Hace más de un año España vivió el surgimiento de un fenómeno que sentaría las bases de una gran transformación social. De repente la gente parecía haber despertado de su sopor crítico y querer recuperar el poder que la democracia les garantizaba y que una élite económica y política nos había arrebatado. En poco tiempo la conciencia política invadió las redes sociales de internet, convertidas en foros donde se denunciaba la pérdida delos valores democráticos, todo ello alentado por el ejemplo de la Primavera Árabe. La prensa lo bautizó como movimiento indignado, nosotras y nosotros como Movimiento 15-M
Pero nosotras y nosotros no inventamos nada. Somos herederos de las protestas contra la reforma laboral que el PSOE llevó a cabo en 2010, contra la reforma de las pensiones, contra el Plan Bolonia, contra la Ley Sinde, contra el bipartidismo. Movimientos como Jóvenes Sin Futuro, No Les Votes, Ponte en Pie, Juventud en Acción, Anonymous o ADESORG llevaban a las calles las reivindicaciones ciudadanas, pero la desunión les hacía perder repercusión.
Así surgió la idea de luchar unidos y sumar fuerzas, pero antes había que buscar lo que había en común en sus aspiraciones y la respuesta fue la democracia. De este modo se consensuaron los 8 puntos que definirían el consenso de mínimos por el que luchar y se formó la Plataforma de Coordinación de Grupos Pro-movilización Ciudadana representada por el lema “¡Democracia Real Ya!”, que más tarde se convertiría en su nombre y su carta de presentación. Para muchos, la indignación había dado paso al a movilización.
El resto es una historia bien conocida. La manifestación del 15 de mayo, las acampadas que se fueron extendiendo cada vez por más ciudades españolas y el nacimiento del Movimiento 15M como tal. La gente empezó a debatir en las asambleas de las plazas, analizando los problemas que afectan a esta sociedad y buscando la vía para resolverlos, creciendo a nivel social y personal, ganando conciencia democrática, abriendo los ojos ante la evidencia de que cada ciudadano tiene algo que decir y merece ser escuchado. Cerca de un mes después las acampadas fueron desmanteladas, pero no el movimiento ni la conciencia democrática. Las asambleas se llevaron a los barrios y pueblos mientras cada vez más ciudadanos de todo el mundo, bajo el nombre de movimiento Occupy, seguían el ejemplo de lo que la prensa internacional llamó Spanish Revolution. Las acampadas proliferaron por toda Europa y más allá, en Estados Unidos, México, Argelia, Japón, Israel, Canadá, Australia… Y así, el 15 de octubre, el mundo vivió un hecho histórico. Por primera vez países de los cinco continentes se unían en una gran manifestación global por un fin común: exigíamos democracia.
Ha pasado más de un año desde que todo esto empezó, casi un año desde que el germen de la democracia directa invadió las calles y no hemos convertido el mundo en un lugar mejor, pero la semilla está plantada y ha de germinar. Es una semilla que sólo puede florecer de la base de la sociedad y con la participación por igual de todas y cada una de las piezas que la conformamos: en primer lugar las personas como elementos esenciales, pero también, puesto que somos seres sociales, es imprescindible contar con los distintos colectivos sociales en los que se integran, participan y construyen cada una de las personas de nuestra sociedad.
La presencia del resto de movimientos, asociaciones, colectivos y agrupaciones de toda índole es imprescindible puesto que sólo se alcanzaran los objetivos comunes si nadie queda fuera. Debemos sumar fuerzas, compromisos e ilusiones para la gran tarea que tenemos por delante. Por eso estamos hoy aquí, porque si la unión de un puñado de colectivos tuvo en su día tanto poder, el esfuerzo conjunto de todos será imparable, porque, ahora más que nunca, debemos coordinarnos, unir fuerzas otra vez y para siempre, dejando a un lado los intereses particulares, colores y liderazgos, invadir las calles como una gran masa ciudadana y convertirlas en un gran altavoz para llevar nuestra voz a los poderosos, allá donde estén y recordarles que la unión de todo el Pueblo tiene más poder del que ellos podrían soñar y que estamos aquí para ejercerlo, para tomar las riendas de nuestro futuro, para demostrar que, sin nuestro consentimiento, nunca más podrán gobernar a nuestras espaldas. Porque el 1% tiene el gobierno, pero el 99% tiene el poder y el derecho y responsabilidad de ejercerlo.